El fracaso no oficial de Bolonia.

Bolonía pasando

Bolonia pasando. Fotografía by A. Fidalgo

El proceso de Bolonia (que se inicia en el año 2011) significaba, para la universidad española, el reconocimiento oficial para implantar paradigmas centrados en el aprendizaje, que sustituyen a los paradigmas centrados en la docencia.

Una parte del profesorado ya venía trabajando en estos paradigmas a través de experiencias de innovación educativa; por tanto se tenía una cierta preparación para afrontar las barreras con las que nos íbamos a encontrar y para paliar su efecto.

El resto del profesorado se ha adaptado a los requerimientos de Bolonia, y esa adaptación se ha realizado en tres etapas:

  • Pre-impartición de la asignatura. El programa de la asignatura se diseña en base a las competencias adquiridas, tal y como especifica la normativa. El 100 % del profesorado lo ha realizado, tanto las personas que aplicaban innovación educativa antes de Bolonia como los que no la aplicaban.
  • Durante la impartición de la asignatura. Se supone que se forma en competencias, se evalúan las competencias siguiendo un paradigma centrado en el aprendizaje y mediante evaluación continua. El 100% del profesorado que realizaba innovación educativa lo ha hecho (sencillamente porque ya lo venía haciendo) pero la gran mayoría del profesorado se  ha encontrado con unas barreras que les están poniendo muy difícil conseguirlo.
  • Post-impartición de la asignatura. Se trata de evaluar ciertos indicadores para ver cómo ha resultado el aprendizaje. No conozco lo que se evalúa en todas las universidades, pero en las que conozco se evalúa el porcentaje de aprobados.

Desde un punto de vista oficial, el fracaso o éxito de Bolonia se va a medir por los indicadores del pre y el post. El pre ya sabemos que lo cumple el 100% y los porcentajes de aprobado se consiguen fácilmente, independientemente del paradigma y métodos empleados, basta con poner un examen fácil o menos difícil (como lo prefieran).

Sin embargo nadie evalúa el durante, y esto ha llevado a situaciones muy variadas, ya que cada profesor ha hecho lo que ha podido (bien o mal). De hecho (y este es el motivo principal de escribir este post) ya hay profesorado que ha reconocido que va a volver al método de siempre, eso sí, con unos cuantos exámenes más por eso de decir que se hace evaluación continua.

Las barreras principales que expresa el profesorado es que no se puede hacer un paradigma centrado en el aprendizaje (y en el alumno) con los actuales medios. Hace falta incrementar el número de profesores o reducir los alumnos por aula y eso no parece que actualmente se vaya a solucionar.

Por tanto nos podemos encontrar con que oficialmente los indicadores certifiquen el éxito de Bolonia (pre y post) mientras que la realidad (durante) sea un gran fracaso.

¿Pero realmente es un fracaso?

Para la mayoría de las personas que ya llevábamos tiempo con esto de la innovación educativa NO ES FRACASO, sencillamente tenemos las mismas condiciones que ya teníamos, pero ahora no tenemos trabas administrativas para hacer lo que siempre hemos hecho. Precisamente uno de los objetivos de la innovación educativa es conseguir aplicar paradigmas de aprendizaje sin aumentar el profesorado o reducir el alumnado (por eso no es fácil hacer innovación educativa) y, dicho de paso, sin hacer trabajar más a los alumnos.

Para la gran mayoría de las personas que realizaban paradigmas basados en la docencia  Bolonia SI ES FRACASO. Se han encontrado con que no basta con cambiar una programación y que es difícil, en las condiciones actuales, conseguir formar y evaluar en competencias. Evidentemente, si les dan más profesorado o les quitan alumnos si que lo conseguirían.

Creo que ya es momento de que algún responsable académico o político (o ambas cosas) organice la experiencia que ya existe, que gestione el conocimiento que mucho profesorado tenemos. Aunque sola sea para preguntarles cómo conseguir los objetivos de Bolonia sin aumentar el profesorado o reducir el alumnado. Pero ya se sabe, lo malo es que si los indicadores oficiales no hablan de fracaso, es difícil que alguien se preocupe por lo que pasa en la impartición de la propia asignatura.



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8 respuestas

  1. España se debate entre dos enfoques pedagógicos (hay que empezar por los enfoques pedagógicos), pero cuando uno no es profesional de la educación, o sea psicopedagogo, pues no entiende. De dónde voy a sacar competencias en el enfoque tradicional de transmisión de conocimientos-teoría: podrían ser la memoria que desarrollo y la destreza manual para tomar apuntes….? Es lo que hacen muchos profesores (ver en un diccionario- latín el significado del verbo profiteor…..professus). En este enfoque existen enseñanza, profesor-alumno(Ver diccionario), exámenes memorísticos, pensamiento único….y las competencias ? Antropología judeo-cristiana, pasado por Platón.
    Si pasamos al enfoque de construcción de conocimiento, el conocimiento-actividad lo tenemos de diversas formas en la calle, en internet, en la empresa…en la vida. Todos hemos preparado un tema del programa y vamos a los grupitos del salón a discutir lo que hemos sacado, tanto teoría, como actividades, como experiencia de lo que hemos observado en la calle o hemos sacado de Internet. Aprendizaje colaborativo (Vigotsky-ZDP). Después un grupo explica el tema a todos los demás del salón; preguntas-respuestas y el facilitador, hasta que lo dejan totalmente comprendido en sus aspectos teórico como práctico. De aquí salen competencias….Aquí hablamos de aprendizaje, estudiantes, examen a desarrollar, contenido ubiquo, en todas partes, pensamiento múltiple, flexible y facilitador en una esquina del salón. (Nadie enseña a nadie).
    Hay mucho profesor y encima endogámico, se necesitan buenos psicopedagogos para la profesión más difícil de todas.

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  2. Desde luego resulta contradictorio afirmar que se está haciendo evaluación por competencias pero que, al tiempo, los indicadores post van a depender de un examen más o menos difícil. Sospecho que los profesores que «van a volver» al sistema anterior nunca lo abandonaron en realidad, si el resultado de su «evaluación continua» no han sido una serie de productos, entregables o como se les quiera llamar, para cuya elaboración son necesarias las competencias a adquirir.

    Imagino que el problema está en que nadie puede aprender a dar clase (ni a nada) de forma distinta a como lo ha hecho siempre si no lo ha visto nunca o, más concretamente, si no le han guiado durante la práctica. Contarles cómo funciona no vale: si los alumnos necesitan aprender haciendo, obviamente también sus profesores, ¿no?

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