Para que una experiencia de cambio educativo se pueda considerar como innovación educativa tienen que ocurrir dos cosas:
1-Que cumpla la definición de innovación educativa:
“La innovación educativa es la aplicación de una idea que produce cambio planificado en procesos, servicios o productos que generan mejora en los objetivos formativos” (*)
2-Que tenga una serie de características:
- Originalidad.
- Eficacia.
- Eficiencia.
- Transferibilidad.
- Sostenibilidad.
Cualquier experimento docente realiza cambios y suele suponer una mejora en los objetivos formativos, por tanto se cumple la definición. Si nos quedamos en este paso, todas las experiencias serían innovación educativa. Por ejemplo, imagínese que un profesor siempre ha dado sus clases magistrales con una tiza y pizarra, de repente descubre que se pueden hacer presentaciones en el aula con el ordenador ¿estaría innovando?
Realmente cumpliría con la definición de innovación educativa y lo sería si el universo fuese su propia aula, pero en este caso lo que realmente está haciendo este profesor es aplicar una innovación educativa de hace 30 años.
En este caso es muy fácil observar que no cumple la característica “originalidad”. Sin embargo, no siempre es tan sencillo. Por tanto, para que una experiencia se pueda considerar de innovación educativa, se debe comprobar que satisface los siguientes principios:
- Originalidad. Se debe tener en cuenta experiencias previas que se hayan realizado en el campo de la formación. La originalidad no suele venir dada por la tecnología aplicada, sino por la forma de utilizar esa tecnología para mejorar las metodologías.
- Eficacia. Debe cumplir los objetivos para los que fue diseñada la innovación, y además, demostrar que se cumplen (habitualmente utilizando el método científico).
- Eficiencia. El coste/esfuerzo de aplicar la innovación educativa nunca debe ser superior al coste/esfuerzo realizado antes de aplicarla.
- Transferibilidad. Se debe poder utilizar en otras asignaturas.
- Sostenibilidad. Una vez desarrollada la innovación educativa su aplicación no requiere nuevos desarrollos. Por ejemplo, muchas experiencias de innovación educativa se realizan porque hay financiación y una vez finalizada ésta continúan requiriendo aportes económicos. En este caso la innovación no sería sostenible.
(*) Sein-Echaluce, M.L, Fidalgo-Blanco, A y Alves, G (2016). Technology behaviors in education innovation. Computers in Human Behavior, In press. http://dx.doi.org/10.1016/j.chb.2016.11.049
Categorías:Conceptos
¿Es necesario restringir el concepto? Creo que un profesor, educador, alumno o persona en general puede, y quizá debe, innovar aunque no se cumpla alguno o ninguno de esos requisitos que impone esa definición.
De hecho, la mayoría de las innovaciones reales se han producido de forma embrionaria en entornos no planificados, precisamente yendo a contracorriente de los procesos convencionales (que en su día nacieron como innovaciones, pero que perdieron dicho carácter precisamente al procedimentarlos) y sin que necesariamente tengan que generar servicios o productos.
No sé si la creatividad planificada es realmente creatividad o un sucedáneo.
Saludos cordiales.
JF
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Hola JF,
La “idea” que es la chispa de la planificación, efectivamente, no suele surgir de procesos planificados. Además estas “chispas” suelen generalas el profesorado inconformista, emprendedor y vocacional.
Por supuesto, que se puede innovar sin que se cumplan todas las características, pero a mi modo de ver es mejor hacerlo de forma científica ya que esto mejora la innovación y sobre todo, lo que es más importante, permite compartirla.
Por ejemplo, si no tiene transferibilidad, la innovación se quedará en la asignatura donde se creó y desaparecerá cuando el profesor deje de utilizarla. Sin embargo, si es una buena innovación debe poder compartirse y utilizarse en otras asignaturas.
Un saludo y gracias por la aportación.
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Hola Ángel:
Completamente de acuerdo; ambas cosas, «chispa» y transferencia son necesarias. La una sin la otra, poco tienen que hacer.
Mi inquietud viene de haber observado la implantación «desde arriba» de proyectos que no han resistido el contacto con la realidad.
Ahora bien, si se respeta la naturaleza de las cosas es estupendo, y necesario, que la semilla se convierta en cosecha.
Saludos,
@JFCalderero
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Reblogueó esto en Anna Forés Miravalles.
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De acuerdo a la definición de Francisco Imbernón (1996: 64) afirma que:
“la innovación educativa es la actitud y el proceso de indagación de nuevas ideas,
propuestas y aportaciones, efectuadas de manera colectiva, para la solución de situaciones
problemáticas de la práctica, lo que comportará un cambio en los contextos y en la práctica
institucional de la educación”
La innovación debe de surgir de una necesidad de mejorar, cambiar, transformar las viejas costumbres, a veces no es necesario llevar toda una metodología, los cambios en las aulas se dan de forma constante en donde debemos estar alertas para identificar en que momento podemos aplicar esa innovación con los mínimos recurso, es necesario dejar en primer lugar el miedo a cometer errores, debemos de regresar a ser niños en donde nuestra imaginación nos permita crear nuevas ideas.
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