
La innovación educativa avanza a un ritmo lento en comparación con las transformaciones que produce la innovación en otros sectores. Y ese ritmo es tan lento que no es capaz de transformar de forma visible el modelo educativo.
Pero esto también causa otro problema igual de grave que el anterior. La sociedad cada vez perpetúa más en su colectivo imaginario un modelo clásico del sistema educativo, sin avances, sin mejoras y, en muchas ocasiones, viendo los cambios como algo malo.
Un ejemplo, el método de Aula Invertida es una innovación basada en que el alumnado, habitualmente a través de un video, aprenda la lección en su casa para posteriormente, hacer actividades participativas y cooperativas en clase. Cuando los padres de los alumnos ven que sus hijos están viendo un video donde el profesorado imparte docencia, se quejan. A veces señalan la caradura que tiene el profesorado, porque eso de grabar un video es para trabajar menos.
La sociedad en general, y algunas veces las instituciones educativas, no sabe que el profesorado que sigue el método de innovación de Aula Invertida tiene que trabajar mucho más que cuando imparte las clases de forma tradicional. Además, ese trabajo no suele estar reconocido ni pagado. Por tanto, el profesorado no trabaja más porque se le reconozca o porque le paguen más, lo hace porque el alumnado aprende más.
Evidentemente, si el profesorado aplica un método de innovación educativa que le implica más trabajo y la sociedad no solamente no se lo reconoce, sino que piensa que trabaja menos, eso supone un freno para la incorporación de la innovación educativa en nuestras aulas.
Si la sociedad reconociese ese esfuerzo, comprendiese que el objetivo es que el alumnado tenga un mejor aprendizaje y que el profesorado que innova lo hace por amor a su alumnado, estaríamos dando un paso de gigante.
Y ¿por qué?
Por dos razones:
- Una razón es que el reconocer y agradecer su esfuerzo al profesorado que innova es un magnífico combustible para ese profesorado.
- La otra razón es que la sociedad puede, con su opinión, hacerse oír entre los políticos. La sociedad vota cuando hay elecciones y esto hace que, habitualmente, los políticos escuchen a la sociedad.
Y otra pregunta ¿cómo conseguimos que la sociedad valore al profesorado que innova?
Pues eso depende ya más del propio profesorado. Estamos muy acostumbrados a realizar divulgación de la innovación educativa, pero en cursos, congresos y revistas científicas; por lo que esa divulgación no suele llegar a la sociedad.
Sin embargo, si divulgáramos indicando el esfuerzo que conlleva hacer esa innovación, los resultados que se consiguen y que además se hace por vocación, seguramente se produciría en la sociedad un des-aprendizaje del modelo clásico educativo y una empatía hacia el cambio educativo.
Categorías:Aprendizaje, Barreras Innovación, Profesorado
Efectivamente, por ejemplo, hay un clamor social respecto de la formación universitaria para que se adecúe a las exigencias del mercado ocupacional y que forme al profesional contemporáneo dotándolo de herramientas para mostrar sus capacidades, pero cuando a los propios estudiantes se les plantea el reto de innovar en su forma de aprender, no son pocos los que se resisten porque en su imaginario es el docente quien debe proporcionar las claves para su éxito laboral, tal como si tuviera en una chistera los secretos para hacerlos profesionales ganadores. Hay todavía la idea que es la erudición del docente la que hace al estudiante. Y los docentes contribuimos a esta mirada cuando vamos a nuestras clases con la tradicional exposición socrática, gozando de haberles mostrado cuán inspirados estuvimos en aquel momento. Las instituciones educativas tienen que asumir el reto de sensibilizar a sus docentes respecto del cambio y capacitarlos en nuevas estrategias para entender que a la larga facilitan la enseñanza y promueven las capacidades. Cuando en ese proceso de maduración, los estudiantes descubren sus ventajas, encuentran un camino lleno de posibilidades para transformar lo que viene dado y generar su propia comprensión, lo que les da autonomía y visión crítica para hacer propuestas. Su autoestima también crece.
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Reblogueó esto en RECURSOS SOCIOEDUCATIVOS.
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Absolutamente de acuerdo con su análisis. Hoy por hoy uno de los mayores obstáculos de la innovación educativa está en las propias familias de los estudiantes, aunque ello es también comprensible, No entienden que a sus hijos no se les puede enseñar y no pueden aprender como si estuvieran a principios o mediados del siglo XX, pero a su vez, la única referencia que tienen al respecto es la de su propio aprendizaje y ésta les lleva a valoraciones erróneas de los nuevos procesos de formación. Sin embargo si son capaces de recordar que sus mejores experiencias en este sentido se desarrollaron con aquellos maestros o profesores que en un determinado momento fueron capaces de «hacer algo distinto». En resumen: una contradicción.
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