Actualización no es innovación, es obligación.

Si no se actualiza se puede acabar en ruinas. Fotografía by A. Fidalgo

¿Permitiríamos que un médico utilizase instrumental y métodos de hace 20 años? Evidentemente no, ya que el médico atiende algo muy importante para las personas: su salud. Todos;  la sociedad, los hospitales, los gobiernos,  los médicos y los pacientes tienen asumido que la medicina debe actualizarse en el momento que surge una novedad que demuestra su eficacia y, evidentemente, la medicina está actualizada.

La formación atiende, también, algo muy importante para las personas: su futuro y el de la sociedad en la que vive. La formación marcará el futuro como profesional y personal, definirá la calidad del servicio o producto que realice y probablemente el  futuro de la familia que forme. Si la formación es tan importante para la sociedad, por qué no ocurre lo mismo que con la medicina, ¿Por qué la formación no está actualizada?

Son varias las razones:

• La actualización depende del propio profesorado, es proceso voluntario.

• La organización en la que se presta servicio suele incorporar  herramientas y productos para que el profesorado se actualice con bastante retraso, suelen ser escasas  y su uso voluntario.

• Es más productivo para el desarrollo profesional de profesorado dedicar el esfuerzo de actualizarse a otras tareas (por ejemplo a publicar).

• El eje central del proceso de formación continua basado (mayoritariamente) en un paradigma y contexto docente.No está ni regulada ni indicada la forma en la que se tiene que realizar la actualización.

Todas estas características hacen que gran parte del profesorado confunda la innovación con la actualización; pensando que si se cambia se innova. Toda innovación implica cambio, pero todo cambio no necesariamente implica innovación.

Utilizar un sistema LMS para que los alumnos puedan acceder más fácilmente a los contenidos, grabar videos de nuestras clases, incorporar como “material de clase” los recursos didácticos que existen en internet, utilizar las herramientas habituales de comunicación para la acción tutorial o mejorar los contenidos son algunas de las obligaciones que debemos hacer, al menos si nuestro centro o organismo de gobierno nos facilitan los recursos para hacerlo o tenemos acceso gratuito a esos recursos en internet.

Nadie irá a su clase para ver si continua impartiendo docencia en lugar de aprendizaje, nadie va a comprobar si los alumnos pueden acceder a los recursos y servicios de formación a través de internet, nadie va a comprobar que sus contenidos están actualizados, nadie le pedirá cuentas por que no esté actualizado; sin embargo estamos obligados a actualizarnos, ya que si nosotros mismos nos lo exigimos, la sociedad acabará mentalizada de que es importante la actualización y cuando esto ocurra, todo cambiará,  la innovación educativa tendrá al menos el mismo peso que la investigación, el esfuerzo de actualizarse será considerado igual de eficaz en el progreso profesional que publicar en revistas científicas.

Para que la sociedad asuma que el futuro de sus hijos pasa por la actualización del profesorado, para que nuestros políticos y gestores reconozcan el esfuerzo de la actualización y para que nuestros centros suministren los servicios y productos necesarios para actualizarnos, comencemos considerando la actualización como una obligación, no como una innovación.

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