Nuestras aulas. Un viaje al pasado.

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Fotografía by Á. Fidalgo.

El señor Francisco vive con sus nietos, tiene 78 años y no deja de sorprenderle lo que han cambiado las cosas. Sus nietos están todo el día jugando con el móvil, la consola (a veces también con el ordenador), tienen amigos virtuales, el más popular es el que más tonterías pone en Internet. Se sacan fotos ellos mismos poniendo caras raras, y además quieren que todas las personas vean esas fotos.  Nada que ver con la forma de divertirse de su infancia: jugaban en la calle, tenían juguetes que compartían, coleccionaban y cambiaban cromos, y la mayor tecnología que tenían era una bicicleta.  Si alguien le sacaba una foto se tenía que vestir con sus mejores ropas y poner cara de niño bueno.

El pasado verano fue con su hija de vacaciones a Benidorm, ella le mostró en el móvil varios hoteles, las habitaciones e incluso opiniones de otras personas y dando a un botón quedó elegido el hotel y realizada la reserva. Nada que ver con lo que él hacía hace 20 años: ir a la agencia, ver folletos y fiarse de lo que decía el vendedor.

El nieto mayor realiza cursos gratuitos, impartidos por universidades extranjeras, cooperando con alumnos de todo el mundo y sin salir de casa. Queda sorprendido y maravillado por todo lo que éste le muestra: acceso a cualquier conocimiento de forma instantánea: imágenes, videos y simulaciones,… ¡sobre todo simulaciones! De hechos históricos, movimiento de planetas, procesos físicos e incluso ha visto cómo es el proceso de la digestión…. , él solo contaba con su imaginación cuando de joven estudiaba todas esas cosas…

Un día decidió ir al colegio donde pasó 14 años de su vida, guarda gratos recuerdos de sus compañeros, profesores y profesoras, de lo mal que lo pasaba cuando había exámenes, pero también de lo que se divertían en los recreos. Entró en una de las aulas donde estudió, se sorprendió mucho. Pero no de los cambios, sino de que todo estaba igual que cuando pasó allí sus últimos años de escolarización. El señor Francisco murmuró…parece que han pintado las paredes, pero la pizarra es la misma, eso seguro.

Después de analizar de forma minuciosa todo lo que había a su alrededor, se sentó, respiró profundamente y dijo “bueno, no todo ha cambiado”

Sí, ya sé que exagero un poco esta historia, que es muy posible que las mesas y las sillas ya no sean las mismas, incluso que haya un proyector y una pantalla al lado de la pizarra. Pero por lo demás todo sigue igual: la distribución de las mesas y sillas, la forma de impartir clase y la misma tarima donde el profesorado está en un plano más elevado que su alumnado.

Para las personas que tenemos más de 45 años, volver a nuestras aulas puede ser un momento entrañable que despierta nuestras vivencias, que nos puede hacer sentir el niño o la niña que fuimos. Pero para nuestro alumnado, las aulas son una máquina del tiempo que les traslada a un  pasado lejano.



Categorías:iniciativas

8 respuestas

  1. Muy cierto, muchas aulas siguen siendo piezas de museo donde la historia se estancó. Depende mucho del espíritu innovador del docente que se vayan adecuando con los nuevos sistemas pedagógicos y recursos didácticos digitales.

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  2. Totalmente de acuerdo. Si queremos cambiar la educación, es necesario comenzar por cambiar también las aulas. Os recomiendo revisar este post sobre la propuesta de HP y su aula RTC http://grupo-ae.com/proyectos-formacion/reinvent-the-classroom-un-aula-diferente-para-una-nueva-propuesta-educativa/

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