Se suele asociar a los jóvenes una mayor capacidad de renovación y transformación. La “sangre nueva” suele ser sinónimo de vitalidad y emprendimiento.
¿Esto es así en la formación? Continuar leyendo.
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Se suele asociar a los jóvenes una mayor capacidad de renovación y transformación. La “sangre nueva” suele ser sinónimo de vitalidad y emprendimiento.
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Son precisamente los jóvenes los que tienen la mente abierta a lo nuevo, mientras los adultos ofrecen resistencia a los cambios, los jóvenes se adaptan rápidamente y crean nuevos ambientes dinámicos.
Un saludo!
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La sinergia de ambos, siempre y cuando cada Universidad apueste por detectar, formar, priorizar y retener el talento emprendedor en innovación educativa, y otros campos (I+D+i, gestión, liderazgo, etc.), en el profesorado joven, aunque ya sean mayores de 30 años, y con acreditaciones en su bolsillo. Si estratégicamente no se consolida el puente para unir lo viejo (experimentado, motivado, y con «todavía» vocación de servicio) y lo nuevo (ilusionado, mejor preparado en habilidades técnicas, y con ganas de comerse el «mundo» asumiendo su rol y el tutelaje), la Universidad española entrará en su propio «invierno» en no más de 10 años. Y nuestro país lo notará con creces.
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Pues si. Como el buen wisky el blended es lo mejor. En investigación se suele dar esa mezcla entre los jóvenes que son ayudados por los «viejos». Pero en formación no se da mucho.
Verdú, coincido con tu análisis
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Reblogueó esto en Il Blog di Tino Soudaz 2.0 ( un pochino)y comentado:
Chi è più innovativo: l’insegnante giovane o quello anziano?
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