Podemos considerar la educación académica como una cadena de producción dónde el alumnado atraviesa un conjunto de salas (primaria, secundaria, bachiller,……, universidad) y en cada sala un conjunto de “operarios” van dando forma al producto (el alumnado) que pasa por la cadena.
Por un lado se puede considerar como una cadena de montaje, donde cada paso está orientado a la adquisición de conocimientos y competencias. Los operarios realizan sus procesos y, a la vez, el control de calidad. Si el producto no tiene los conocimientos y habilidades prefijados, se le echa fuera del sistema. Si el producto pasa el control de calidad puede pasar a la siguiente sala, donde se inicia la siguiente secuencia.
Pero por otro lado, y es lo más grave, se puede considerar como una cadena de desmontaje. Se desmonta la creatividad, la innovación, el emprendimiento, el aprender a aprender, la ética, los valores, las emociones, la motivación, la participación activa, la cooperación, y en general, todo aquello que no sirva para aprobar un examen.
El despiece de todos estos elementos los produce el propio sistema (gobierno, centros de formación, profesorado y alumnado). El método está diseñado para la adquisición de conocimientos y todo lo que no sea eso ni se considera ni se utiliza.
En el ser humano, cualquier parte el cuerpo, y por consiguiente del cerebro, si se usa a menudo tiende a desarrollarse y todo lo que no se utiliza se debilita. Así pues, el sistema formativo tiende a desarrollar la adquisición del conocimiento y a debilitar emociones, valores, ética y creatividad (entre otras).
Es cierto que el crecimiento del conocimiento permite que el mundo se desarrolle, mejore la calidad de vida, la conectividad entre las personas y la inmediatez en el acceso a la información. Todo esto es muy importante, pero la adquisición de conocimiento no evita la corrupción, el odio, la indiferencia, la esclavitud (física y mental) y la violencia.
Es muy importante y urgente que el sistema educativo revierta la cadena de desmontaje y sea capaz de incorporar el desarrollo y utilización de valores, ética, cooperación, respeto, innovación y emprendimiento. Todo ello junto con el desarrollo de la adquisición de conocimientos, competencias y habilidades.
El modelo educativo actual nace con la industrialización. Llevamos más de 300 años con este patrón. Tiempo suficiente para comprobar que la adquisición de conocimiento ha tenido sus repercusiones positivas, pero también que la ausencia de valores, ética, creatividad, emprendimiento y cooperación está teniendo graves consecuencias negativas.
Es hora de cambiar, de que el sistema educativo adquiera nuevas responsabilidades y compromisos para hacer un mundo mejor.
Categorías:Aprendizaje, Profesorado
Completamente de acuerdo. «Objetivo: genera talento» de JA Marina, y «Triple focus» de Goleman & Senge, van en esta dirección.
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Reblogueó esto en IMAGINA QUE ESCRIBES.
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