El buen ejemplo del mal profesorado

En educación existe un común acuerdo sobre el aprendizaje a partir de los errores. Pero siempre asociamos ese error al aprendiz. Pero ¿qué ocurre cuando el error lo comete el “maestro”? ¿es una catástrofe o también se puede aprender?

Hace unos días, durante un curso sobre innovación educativa, una participante decía que los malos profesores le habían servido de inspiración “para saber qué no hacer”

Siempre hablamos de la huella que deja el buen profesor, esa persona de la que siempre recuerdas alguna anécdota, que te guío en tu vida académica e incluso que te marco en tu camino profesional.

Pero también el mal profesor deja huella, has odiado su asignatura, hizo que no te gustara aprender o comprobaste que era mejor opción preparar la asignatura por tu cuenta en vez de asistir a sus clases. Desgraciadamente, como ocurre con el buen profesorado, tampoco lo olvidarás en toda tu vida.

Todas aquellas personas que van a ser futuros docentes deben aprender del buen profesorado y del mal profesorado. El buen profesorado ayudará a recorrer el camino y siempre con ánimo de mejorar. El mal profesorado indicará el camino por el que nunca se debería transitar.

Es cierto que sufriremos al mal profesorado, pero si sacamos lecciones aprendidas estas nos ayudarán a mitigar ese sufrimiento, nos servirá para mejorar como docente y nuestro alumnado nos lo agradecerá infinitamente.

Bienvenido sea el mal profesorado, su ejemplo nos servirá de guía.



Categorías:Aprendizaje

6 respuestas

  1. Ángel, ¡que bueno! tengo un post que va en la línea del tuyo, aprendizaje, pero con el Jefe, te lo dejo por si no lo has leido: https://victoriaredondo.com/2014/10/20/el-regalo-de-un-mal-jefe/.

    Lo único es que ocurre es que creo que el impacto que tiene un mal profesor es mayor, por la etapa educativa en la que se establece la relación y porque en esa etapa las habilidades aun no las hemos desarrollado y cuesta «extraer ese aprendizaje» de forma consciente y por tanto genera más insatisfacción.

    Gracias por tu análisis 🙂

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  2. En el mundo privado repercute en sus resultados económicos y buscarán soluciones, pero en la pública y dentro del funcionariado, se debería implantar un sistema 360º feedback, sin miedos afrontando realidades para la mejora continua, aceptando que nadie nace aprendido, que los sistemas deben mejorarse, aceptar sesiones de Coaching Educativo y que el paso del tiempo nos puede llevar, a todos, al Principio de Peter, es decir a nuestro estado de ineptitud o próximo a el. Claro que nuestro orgullo nos impide ver la realidad…»Después de tantos años en la enseñanza, qué me van a enseñar..» Es lo que escucho habitualmente. Interesante aportación, como siempre Angel.

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    • Estoy completamente de acuerdo con tu comentario Juan.

      Estaría genial poder implantar ese sistema 360º Feedback y que tuviera alguna relevancia. Es decir, actualmente en la Universidad Politécnica de Madrid cuando acabas un curso te hacen una encuesta de valoración de cada profesor de una asignatura y te hacen un montón de preguntas pero hay un problema y es que podrías poner que todo fatal que nadie va a darle mayor importancia y en ocasiones el profesor ni se inmuta.

      De la misma manera estaría bien que organismos como la ANECA hicieran una evaluación continuada del profesor universitario y del sistema que este utiliza. Además, de que se debería permitir la toma de acciones contra el mal profesorado en la Universidad Pública. En verdad el futuro de España que somos nosotros los jóvenes depende mucho de esta gente.

      Gracias Ángel por esta aportación.

      Un cordial saludo,
      Álvaro

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  3. Permitánme la irrupción.
    Después de dieciocho años de experiencia como profesor de Universidad, la realidad es la que ustedes comentan.
    La Universidad Pública española no quiere hacer frente a sus bajo nivel de sus docentes. Una forma de hacerlo sería ver lo «malo» y ponerle remedio. Por el contrario, hay cierto empecinamiento en sólo ver lo bueno. Muestra de ello son los libros, manuales y congresos sobre «Buenas prácticas».
    Sin embargo, se aprende más de los errores (las malas prácticas) que de las buenas. Ningún deportista de élite aprende sólo de lo bien que lo hace, sino también de identificar sus errores para corregirlos. En este sentido, además de reforzar los bueno, debería buscarse lo deficiente para ponerle remedio.

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